Con hermosas vistas al mar, entre el azul infinito del Mediterráneo y las montañas que lo abrazan, se alza una villa que combina a la perfección lujo, comodidad y esencia mediterránea. Desde sus terrazas, las vistas se extienden hasta donde alcanza la mirada: amaneceres dorados sobre el mar y atardeceres cálidos sobre la sierra.
La casa está pensada para disfrutar cada momento del día. En invierno, una chimenea acogedora convierte las veladas en puro confort; en verano, el aire acondicionado y la brisa marina mantienen cada estancia fresca y agradable. La cocina totalmente equipada invita a compartir desayunos en el balcón, donde el paisaje se convierte en el mejor acompañante.
Los espacios interiores se abren a la luz natural y están protegidos por un sistema de seguridad de última generación. Una cochera doble y el amplio aparcamiento aseguran comodidad para residentes y visitantes.
La villa reserva también un rincón especial para el cuidado personal: un gimnasio completo, sauna y ducha de vapor forman un auténtico santuario de bienestar en casa.
En el exterior, todo está pensado para vivir sin prisas. Una piscina privada de 35 m2 se convierte en el corazón de las reuniones y los días de descanso. A su alrededor, tumbonas, una terraza amplia, un bar al aire libre y una zona de parrilla crean el escenario perfecto para celebraciones inolvidables. La experiencia se completa con una zona de spa privada, ducha exterior, toldo y una fuente que aporta serenidad al ambiente.
Y todo esto en Moraira, uno de los secretos mejor guardados de la Costa Blanca. Un antiguo pueblo pesquero que ha sabido conservar su autenticidad, donde las calles empedradas, los restaurantes frente al mar, las calas escondidas de aguas cristalinas y su exclusivo puerto deportivo conquistan a quienes lo visitan. Aquí, la vida transcurre al ritmo del Mediterráneo: tranquila, luminosa y llena de encanto.
